[texto manuscrito]
Antonio Mora
La primera distinción se establece, porque, de cierto modo, nos aproximamos a una noción de la sustancia del paganismo, y es que el paganismo es una religión natural, y el Cristianismo, por ejemplo, una religión cultural. Una nace del sueño, de la tierra y de los sentimientos naturales de los hombres; pero siempre se pierde en el tiempo primero y en la noche que está antes de la historia. Lo otra nace en el tiempo del desorden romano, y aunque coagulase elementos de toda especie, con tal registro, específicamente, su origen es histórico, cultural y artificial.
Otro tanto sucede con ciertas ideas del vulgo a propósito del paganismo: la «alegría» pagana, que es la alegría de los griegos y no del paganismo (y aun así, los griegos eran menos alegres de lo que el vulgo cree), que es como si juzgásemos al Cristianismo por las fiestas de los santos y por las romerías; el «vicio» pagano, como si no hubiese otro placer que el de la Roma decadente y el de la Grecia ya conquistada, contaminada ya, incluso, de la sentimentalidad de donde hubo de salir el Cristianismo; y lleno ya, el arte, del aristotelismo ya antes en la filosofía de Platón.
La verdad es que cuando un hombre de nuestros tiempos quiere decir que no es cristiano y que ama la belleza, dice que es pagano; no ama, en el fondo, sus artistas, sino sólo la sentimentalidad cristiana, ni, en general, ama una idea de belleza de alguien que como pagano se complacería.
El paganismo siempre existirá, lo único que podemos hacer es entregarnos a Dios a través de nuestras oraciones y de agradecimiento por todo lo que nos da.
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