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Carta al «Diario de Noticias» (sobre el futurismo)

Lisboa, 4 de junio de 1915

Exmo. Señor Director del Diario de Noticias
E/V.

Regresando ayer a Lisboa, sólo entonces tuve ocasión de leer una crítica, hace pocos días publicada en el periódico que V. Exa. competentemente dirige, al extraordinario libro del Sr. Mário de Sá-Carneiro, mi ilustre camarada de Orpheu.

No es a la crítica que me quiero referir, porque nadie puede esperar ser comprendido antes que los otros aprendan la lengua en que habla. Aguardar eso sería, además de absurdo, indicio de un grave desconocimiento de la historia literaria, donde los genios innovadores fueron siempre, cuando no tratados como enfermos (como Verlaine y Mallarmé), tratados como párvulos (como Wordsworth, Keats y Rossetti) o como, además de párvulos, enemigos de la patria, de la religión y de la moralidad, como sucedió a Antero de Quental, sobre todo en los significativos panfletos de José Feliciano de Castilho, que, además, no era ningún idiota.

No es a esto que me quiero referir. Lo que quiero acentuar, acentuar bien, acentuar muy bien, es que es necesario que cese la confusión que la ignorancia de nuestros críticos está teniendo con la palabra futurismo. Hablar de futurismo, ya sea a propósito del N°1 de Orpheu, ya sea a propósito del libro del Sr. Sá-Carneiro, es lo más disparatado que se puede imaginar. Ningún futurista tragaría Orpheu. Orpheu sería, para un futurista, una lamentable demostración de espíritu oscurantista y reaccionario.

La actitud principal del futurismo es la Objetividad Absoluta, la eliminación en el arte, de todo cuanto es alma, cuanto es sentimiento, emoción, lirismo; subjetividad, en suma. El futurismo es dinámico y analítico por excelencia. Ahora, si hay algo que [sea] típico del Interseccionismo (tal es el nombre del movimiento portugués) es la subjetividad excesiva, la síntesis llevada al máximo, la exageración de la actitud estática. «Drama estático», incluso, se titula una pieza inserta en el primer número de Orpheu, del Sr. Fernando Pessoa. Y el tedio, el sueño, la abstracción son las actitudes usuales de los poetas colegas míos en aquella brillante revista.

Al César lo que es del César. A los Interseccionistas, llámeseles interseccionistas. O llámeseles paúlicos, si se quiere. Ese término, al menos, los caracteriza, distinguiéndolos de cualquier otra escuela. Englobar a los colaboradores de Orpheu en el futurismo es no saber ni siquiera decir disparates, lo que es muy lamentable.

En el segundo número de Orpheu vendrá una colaboración realmente futurista, es cierto. Entonces se podrá ver la diferencia, si bien será, no literaria, sino pictórica esa colaboración. Son cuatro cuadros que emanan de la alta sensibilidad moderna del mi amigo Santa-Rita Pintor.

Hasta aquí he hablado, en general, más por mis colegas que por mí. Mi caso es diferente. Permítame V. Exa. que me refiera a él.

Mi Oda Triunfal, en el Nº1 de Orpheu, es lo único que se aproxima al futurismo. Pero se aproxima por el asunto que me inspiró, no por la realización, y en arte la forma de realizar es la que caracteriza y distingue las corrientes y las escuelas.

Yo, por lo demás, no soy interseccionista (o paúlico) ni futurista. Soy yo, sólo yo, preocupado solamente conmigo y con mis sensaciones.

Espero de la lealtad periodística de V. Exa. la inserción de esta carta en lugar donde por lo menos los periodistas la lean. En la imposibilidad de hacer comprender a nuestros críticos, intentemos al menos llevarlos a fingir que comprenden.


De V. Exa. Cdo. Venr. y Obgdo.
Alvaro de Campos
Ingeniero y poeta sensacionista

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