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[El bolchevismo, fenómeno religioso y reaccionario]

Notas para el estudio «El prejuicio revolucionario», 1918/1919


E l fenómeno religioso es un elemento disolvente de las sociedades. O la religión es tradicional, y es un elemento de estancamiento, de resistencia al desarrollo social; o es una religión nueva y es una perturbación social, como lo fue el Cristianismo en el Imperio Romano. Lo peor es que la plebe es estructuralmente religiosa, no puede ser sino religiosa. Por eso el predominio del espíritu religioso en una sociedad representa el predominio del espíritu popular, la degradación del espíritu de aristocracia y de elite, por el cual las sociedades se gobiernan y progresan.

Hoy vemos en conflicto, en casi todo el mundo, y por eso también entre nosotros, dos religiones: el Cristianismo, progresivamente en regreso al tipo católico, y el bolchevismo. El bolchevismo (entendiendo por bolchevismo el sindicalismo revolucionario y el comunismo, y no sólo este último) es un fenómeno reaccionario y religioso. Nada tiene de propiamente social, ni lo podría tener, porque, si lo tuviese, no lo podrían adoptar las plebes, incapaces de otra cosa que no sea religión.

Es fácil probar el carácter reaccionario del bolchevismo, como es fácil probar su carácter religioso, más fácil todavía.

El odio religioso es grande sobre todo de religión hija a religión madre. El Cristianismo, que nació del paganismo, lo odió y lo combatió supremamente. El protestantismo, que nació del catolicismo, supremamente lo odió y lo combatió. Así se explica el odio mortal que el bolchevismo dedica al cristianismo.

El bolchevismo mantiene la vieja manía cristiana de hacerse mártir, y de inventar persecuciones cuando nos las hay. Hoy se sabe que gran parte de las persecuciones contra los cristianos –pese a que, persiguiendo a los cristianos, el Imperio Romano ejerciese lo que hoy se llamaría «defensa social»– son puramente míticas, constituyendo una de las variadísimas invenciones de los propagandistas primitivos del Cristianismo.

Nuestra civilización es orgánicamente individualista. Lo es porque asienta en dos elementos: la cultura griega, que se puede definir como individualismo racionalista, y el capitalismo moderno, en el que el fenómeno de la competencia es distintivo. Siempre que la civilización intentó escapar al tipo individualista, se estancó o se perturbó.

Ahora, el régimen de competencia, una vez que alcanza un desarrollo intenso, vuelve difícil la adaptación de los débiles a él. Vuelve, con el agregado de la instrucción, igualmente difícil la adaptación de los ignorantes. Por eso los débiles y los incultos espontáneamente se rebelan contra él. Se rebelan precisamente porque son débiles, pues si fuesen fuertes se adaptarían y lucharían. Se rebelan precisamente porque son ignorantes. Se rebelan porque tienen el rencor del débil al fuerte, del indolente al activo. ¿Y cómo se rebelan? Revirtiendo espontáneamente a tipos anteriores de sociedad: al tipo corporativo de la Edad Media, rebautizado como sindicalismo. Y es de notar que esta regresión, este odio al individualismo económico, se hace manifiesto en las dos corrientes extremas: en el integralismo y en el bolchevismo. Es un fenómeno patentemente reaccionario.

El bolchevismo se basa en dos dogmas: en el libre arbitrio (que supone que el hombre es quien dirige su destino, y que la palabra «libertad» tiene algún sentido absoluto), y en el milagro (pues, pretendiendo construir una sociedad fuera del egoísmo, de la vanidad, de la codicia humanas –fuentes de todo progreso y de toda vida social-, pretende por eso mismo suspender las leyes naturales, y a la suspensión de las leyes naturales es que llamo milagro). En estos dos dogmas –claramente derivados del cristianismo- asientan los dos misticismos bolchevistas.

El odio feroz del bolchevismo al cristianismo es justamente el odio de fanáticos a fanáticos, de una religión a otra. No nos engañemos, suponiendo que asistimos a una lucha de clases: continuamos en la fatalidad europea de las guerras religiosas, de las luchas de (...) desde que el paganismo cayó, con Juliano, y la paz religiosa abandonó el mundo.

Fernando Pessoa


2 comentarios:

Anónimo dijo...

175.000 cristianos fueron asesinados por ser cristianos en 2009.

Las matanzas de cristianos por Nerón, Trajano y Domiciano están bien documentadas.

La historia fallida, solo puede parir una filosofía fallida... ergo, Marx.

Anónimo dijo...

Cristianos de mierda: ¡Solo tienen en su núcleo el espíritu nihilista, como todo lo oriental y por ende budista!... Si no se extinguen los cristianos, debemos asesinarlos.