El escritor Fernando Pessoa nos expone sus ideas sobre diversos aspectos del arte y la literatura portuguesas.
Entrevistar a Fernando Pessoa no es fácil. Sólo es fácil entrevistar a los que no piensan, a los que no les importa lanzar palabras al azar, arrojándolas impúdicamente al viento.
Fernando Pessoa, ya sea como Fernando Pessoa, ya sea como Alvaro de Campos, el ingeniero alucinado que comporta su segundo yo, y que aparece en todas partes, hinchiendo la voz de loores y rayos para la Vida –¡Rayos partan la vida y a quien por ella ande!- es siempre un voluptuoso del raciocinio, un amante de la inteligencia, podemos decir: un creador de una nueva Razón. ¿Paradojal? Sin duda. ¡Pero hay tantas maneras de ser paradojal!
La entrevista que sigue, toda escrita por Fernando Pessoa, como no podía dejar de ser, visto que Fernando Pessoa posee una sintaxis propia para la lógica propia de sus pensamientos, mezcla de seriedad e ironía, seguramente va a capturar el espíritu de los lectores...
¡Atención! Fernando Pessoa va responder a las preguntas que le hicimos:
– ¿Qué piensa de nuestra crisis? ¿De sus aspectos práctico, moral y intelectual?
– Nuestra crisis proviene, esencialmente, del exceso de civilización de los incivilizables. Esta frase, como todas que envuelven una contradicción, no envuelve contradicción ninguna. Explico. Todo pueblo se compone de una aristocracia y de él mismo. Como el pueblo es uno, esta aristocracia y este él-mismo tienen una sustancia idéntica; se manifiestan, sin embargo, diferentemente. La aristocracia se manifiesta como individuos, incluyendo algunos individuos amadores; el pueblo se revela todo él como un solo individuo. Sólo colectivamente el pueblo no es colectivo.
El pueblo portugués es, esencialmente, cosmopolita. Nunca un verdadero portugués fue portugués: siempre fue todo. Ahora bien, ser todo en un individuo es ser todo; ser todo en una colectividad es no ser nada cada uno de los individuos. Cuando la atmósfera de la civilización es cosmopolita, como en el Renacimiento, el portugués puede ser portugués, puede por tanto ser individuo, puede por lo tanto tener aristocracia. Cuando la atmósfera de la civilización no es cosmopolita –como en el tiempo entre el fin del Renacimiento y el principio, en que estamos, de un Renacimiento nuevo– el portugués deja de poder respirar individualmente. Pasa a ser tan sólo portugueses. Pasa a no poder tener aristocracia. Pasa a no pasar. (Le garantizo que estas frases tienen una matemática íntima.)
Ahora bien, un pueblo sin aristocracia no puede ser civilizado. La civilización, sin embargo, no perdona. Por eso ese pueblo se civiliza con lo que puede disponer, que es su conjunto. Y como su conjunto es individualmente nada, pasa a ser tradicionalista y a imitar al extranjero, que son las dos maneras de no ser nada. Es claro que el portugués, con su tendencia a ser todo, forzosamente había de ser nada de todas las maneras posibles. Fue en este vacío de sí mismo que el portugués abusó de civilizarse. Está en esto, como le dije, la esencia de nuestra crisis.
Nuestras crisis particulares proceden de esta crisis general. Nuestra crisis política es que somos gobernados por una mayoría que no hay. Nuestra crisis moral es que desde 1580 –fin del Renacimiento en nosotros y de nosotros en el Renacimiento– dejó de haber individuos en Portugal para haber sólo portugueses. Por eso mismo acabaron los portugueses en esa ocasión. Fue entonces cuando comenzó el portugués a la portuguesa, que es más moderno que el portugués y es el resultado de estar interrumpidos los portugueses. Nuestra crisis intelectual es simplemente el no tener conciencia de esto. Respondí, creo, a su pregunta. Si repara bien en lo que le dije, verá que tiene un sentido. Cuál, no me compete a mí decirlo.
– ¿Qué piensa de nuestros escritores del momento, prosistas, poetas y dramaturgos?
– Citar es ser injusto. Enumerar es olvidar. No quiero olvidar a nadie de quien no me acuerde. Confío al silencio
– ¿Estaremos frente a un renacimiento espiritual?
– Estamos tan desnacionalizados que debemos estar renaciendo. Para los otros pueblos, en su totalidad ellos-mismos, desnacionalizarse es perderse. Para nosotros, que no somos nacionales, desnacionalizarse es encontrarse. A pesar de los grandes obstáculos a nuestra regeneración –todas las doctrinas de regeneración– estamos en el inicio de volver a comenzar a existir. Llegamos al punto en que colectivamente estamos hartos de todo e individualmente hartos de estar hartos. Nos extraviamos a tal punto que debemos estar en el buen camino. Las señales de nuestro resurgimiento próximo están patentes para los que no ven lo visible. Son el camino de hierro de Antero a Pascoaes y la nueva línea que está casi construida. Hablo en términos de vida metálica porque la época renace en estos términos. El símbolo, sin embargo, nació antes de los ingenieros.
Nada hay que esperar, es cierto, de las clases dirigentes, porque no son dirigentes; y todavía menos del proletariado, porque ser inferior no es una superioridad. Con razón los llamé subgente en un artículo de la antigua Águia, de la Águia que volaba. Sólo la burguesía, que es la ausencia de clase social, puede crear el futuro. Sólo de una clase que no existe puede nacer una clase que no existe todavía. Sea como fuere, avancemos confiadamente. Todos los caminos van dar al puente cuando el río no tiene ninguno.
– ¿Qué se debe entender por arte portugués? ¿Concuerda con este término? ¿Hay arte verdaderamente portugués?
– Por arte portugués debe entenderse un arte de Portugal que nada tenga de portugués, por ni siquiera imitar lo extranjero. Ser portugués en el sentido decente de la palabra, es ser europeo sin la mala educación de
– ¿El regionalismo, en la literatura y en la pintura?
– El regionalismo es una degeneración grasienta del nacionalismo y el nacionalismo también. Y como el nacionalismo es antiportugués (siendo bueno, acá en el Sur, sólo para los pueblos latinos y ibéricos), el regionalismo en Portugal es una enfermedad de lo que no hay. Amar a nuestra tierra no es gustar de nuestra quinta. Y esto de quinta también tiene interpretaciones. Mi quinta en Lisboa está al mismo tiempo en Lisboa, en Portugal y en Europa. El buen regionalismo es amarla por estar en Europa. Pero cuando llego a este regionalismo, soy ya portugués, y ya no pienso en mi quinta. (El hecho de ser mi quinta enteramente metafórica no disminuye la verdad de todo esto: Dios, y el propio universo, son metáforas también.)
– ¿Han existido en toda nuestra historia literaria períodos de creación?
– Nuestro único período de creación fue dedicado a crear un mundo. No tuvimos tiempo para pensar en eso. El propio Camões no fue más que lo que olvidó hacer. Os Lusíadas es grande, pero nunca se escribió a valer. Literariamente, el pasado de Portugal está en el futuro. El Infante, Albuquerque y los otros semidioses de nuestra gloria esperan todavía su cantor. Este podrá no hablar de ellos; basta que sea digno de ellos en su canto, y hablará de ellos. Camões estaba muy cerca para poder soñarlos. En las faldas del Himalaya el Himalaya es sólo las faldas del Himalaya. Es en la distancia, o en la memoria, o en la imaginación que el Himalaya es de su altura, o tal vez un poco más alto. Hay un sólo período de creación en nuestra historia literaria: no llegó todavía.
– ¿Continuará siendo el lirismo nuestra forma literaria predominante?
– Hay dos formas literarias: la épica y
– ¿Cuál ha sido la influencia de
– ¿La influencia de la nueva generación sobre la vida portuguesa? Ninguna, porque no hay vida portuguesa. La única vida portuguesa que hay es la nueva generación, y esa, hasta ahora, poco se ha influenciado a sí misma.
– ¿Cuál calcula que sea el futuro de la raza portuguesa?
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