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Nota al acaso

Publicado en Sudoeste Nº 3, revista dirigida por Almada Negreiros, Noviembre de 1935.


Alvaro de Campos

E l poeta superior dice lo que efectivamente siente. El poeta medio dice lo que decide sentir. El poeta inferior dice lo que cree que debe sentir.

Nada de esto tiene que ver con la sinceridad. En primer lugar, nadie sabe lo que verdaderamente siente: es posible que sintamos alivio con la muerte de alguien querido, y creer que estamos sintiendo pena, porque eso es lo que se debe sentir en tales ocasiones. La mayoría de la gente siente convencionalmente, aunque con la mayor sinceridad humana; lo que no hace es sentir con cualquier especie o grado de sinceridad intelectual, y esa es la que importa en el poeta. Tanto es así que no creo que haya, en toda la ya larga historia de la Poesía, más que unos cuatro o cinco poetas, que dijesen lo que verdaderamente, y no sólo efectivamente, sentían. Hay algunos, muy grandes, que nunca lo dijeron, que fueron siempre incapaces de decirlo. Cuando mucho hay, en ciertos poetas, momentos en que dicen lo que sienten. Aquí y allí lo dice Wordsworth. Una o dos veces lo dice Coleridge; pues La Balada del Viejo Marinero y Kubla Khan son más sinceros que todo Milton, diré incluso que todo Shakespeare. Existe solamente una reserva con respecto a Shakespeare: es que Shakespeare era esencial y estructuralmente facticio; y por eso su constante insinceridad llega a ser una constante sinceridad, de allí su grandeza.

Cuando un poeta inferior siente, siente siempre por cuaderno de encargos. Puede ser sincero en la emoción: ¿qué importa, si no lo es en la poesía? Hay que poetas que arremeten hacia el verso con lo que sienten; nunca verificaron que no lo sintieron. Llora Camões la pérdida de su alma gentil; y al final quien llora es Petrarca. Si Camões hubiese tenido la emoción sinceramente suya, habría encontrado una forma nueva, palabras nuevas: todo menos el soneto y el verso de diez sílabas. Pero no: usó el soneto en decasílabos como usaría luto en la vida.

Mi maestro Caeiro fue el único poeta enteramente sincero del mundo.

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