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[Estética del paganismo]

[texto dactilografiado, tal vez 1916]

Antonio Mora


Regreso de los Dioses

Estética

Se objetará, sin duda, que, habiendo sentimientos que son vagos, sentimientos que son confusos, impulsos del espíritu que, confundidos con otros, no se nos presentan claros, es abusivo exigir del artista que los perfile como nítidos, como algo que ellos no son.

La respuesta a esta observación está en la pregunta de si esos estados del ánimo son legítimamente representables en arte. El artista subjetivo parte del principio que el fin de su arte es expresar sus propias emociones. Criterio éste que el artista objetivo no acepta, y con razón absoluta no lo acepta, porque es el arte objetivo el que es arte, dado que es una cosa realizada, que pasa hacia afuera del artista y no permanece en él, como la emoción que la produce.

De hecho, preguntemos, ¿por qué razón un pensamiento confuso, un sentimiento vago, un impulso volitivo, no se presentan nítidos? Para todos la razón es una: es que el pensamiento no se puso en contacto con la realidad, es que el sentimiento no se comparó con su realización, es que la voluntad no se midió con lo exterior.

Una obra de arte es un objeto exterior; obedece por tanto a las leyes a que están subordinados los objetos exteriores, en lo que objetos exteriores.

El artista no expresa sus emociones. Su tarea no es esa. Expresa, de sus emociones, aquellas que son comunes a los otros hombres. Hablando paradójicamente, expresa solamente aquellas emociones suyas que son de los otros. Con las emociones que le son propias, la humanidad no tiene nada que ver. Si un error de mi visión me hace ver azul el color de las hojas, ¿qué interés hay en comunicar eso a los otros? ¿Para que ellos vean azul el color de las hojas? No es posible, porque es falso. ¿Para que sepan que yo veo azules las hojas? No es preciso, porque no tiene importancia ninguna. A lo sumo el fenómeno es curioso, y lo curioso es sentirlo; sentirlo lo siento yo, no los otros. Lo que hay de realmente estético, pues, en las sensaciones extrañas es que cada uno las guarde para sí, gozándolas en silencio, si para eso le da el goce.

Así, el primer principio del arte es la generalidad. La sensación expresada por el artista debe ser tal que pueda ser sentida por todos los hombres por quienes pueda ser comprendida.

El segundo principio del arte es la universalidad. El artista debe expresar, no sólo lo que es de todos los hombres, sino también lo que es de todos los tiempos. El subjetivismo cristista, además del error personalista, produjo este otro error: la preocupación de interpretar la época. La frase de Goethe, tantas veces citada sobre el asunto, es de maestro; en efecto, un hombre de genio es de su época sólo por sus defectos. Nuestra época nos deduce de la humanidad. Así como el artista debe procurar levantarse por encima de su personalidad, debe procurar levantarse fuera de su época.

El tercer principio del arte es, finalmente, la limitación. Esto es, a cada arte corresponde un modo de expresión, siendo el de la música diferente al de la literatura, y el de la literatura diverso al de la escultura, éste al de la pintura, y así con todas las artes. Error craso, pero recientemente vulgar, es el de confundir los límites de las artes. Fue cometido por una época tan aparentemente ortodoxa como el siglo diecisiete de los franceses. Poetas como Corneille y Racine aplicaron a la poesía la seguridad de expresión, la claridad de raciocinio, que son características de la prosa. Racine erró como erró Mallarmé. Uno erró por hacer de la poesía prosa, y otro por hacer de la poesía música, no es menor el error de uno que el del otro.

Para los sentimientos vagos, que no comportan definición, existe un arte: la música, cuyo fin es sugerir sin determinar. Para los sentimientos perfectamente definidos, de tal modo que es difícil la emoción en ellos, existe la prosa. Para los sentimientos que son armoniosos y fluidos, existe la poesía. En una época sana y robusta, un Verlaine o un Mallarmé escribirían la música que nacieron para escribir. No habrían tenido nunca la tendencia a decir en palabras aquello que la palabra no comporta. Pregunto al mayor entusiasta de los simbolistas franceses si Mallarmé los conmovió tanto como una melodía vulgar, si la inexpresión de Verlaine llegó alguna vez a la inexpresión legítima de un simple vals. No llegó, y se me respondieran que prefieren para ese fin Verlaine y Mallarmé a la música, lo que me están diciendo es que prefieren la literatura como música a la música. Me están diciendo una cosa que no tiene sentido fuera de dar pena.


1 comentario:

magia de amor dijo...

los dioses paganos son todos aquellos que no son el dios bíblico, por ejemplo los cristianos dicen que el dios Ala de los mahometanos es un dios pagano, que Kili, shiva y brama de los hindúes también son dioses paganos.
Curiosamente los Mahometanos dicen que el dios de los cristianos es un dios pagano (Jehová o Yavre) al igual que los hindúes también los aseguran.


o sea todos los dioses son paganos, porque tienen el mismo origen, la ignorancia y fantasia humana.