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Sobre una indagación literaria

[texto dactilografiado, tal vez 1914]


D iferencia entre el género de cultura que hay hoy en España y Portugal. En España hay un intenso desarrollo de la cultura secundaria, de la cultura cuyo máximo representante es un hombre de mucho talento; en Portugal, esa cultura no existe. Existe, sin embargo, la superior cultura individual que produce hombres de genio. Y, así, no existe hoy en España una figura de real eminencia genial, lo máximo que hay son figuras de gran talento: un Diego Ruiz, un Eugenio d'Ors, un Miguel de Unamuno, un Azorín. En Portugal hay figuras que comienzan en la chispa genial y acaban en el genio absoluto. Hay individualidades marcadas. Hay más: hay en el fondo un profundo carácter europeo. Como es individual, y el medio social no está organizado, la cultura portuguesa está anarquizada, cada hombre de genio viviendo consigo mismo y, lo que es peor, cada uno escribiendo sin mucha disciplina. Cabe separar a algunos de este juicio, a Junqueiro supremamente. Y cabe advertir que esa organización de la cultura nacional comenzó, en Porto, con la Renascença Portuguesa. En España hay un medio culto a mover, a ser influenciado, pero no hay Hombre que lo mueva. En Portugal hay unos pocos hombres capaces (por su valor intelectual) de mover el medio; falta, sin embargo, el medio culto que puedan mover. De modo que en Portugal es necesario que aparezca un hombre que, a la par de ser un hombre de genio, para que pueda mover el medio por inteligencia, sea un hombre por su naturaleza influenciador y dominador, para que él mismo organice el medio que ha de influenciar, y lo vaya influenciando al construirlo. Dice Wordsworth, en uno de los prefacios críticos a una de las ediciones de las Lyrical Ballads, que el poeta ha de crear el medio que lo comprenda. Así es, cuando, como en el caso que Wordsworth citaba, que era el suyo propio, el poeta es un gran original.

¿Dónde está el error de la Renascença Portuguesa? El primero es en estar en Porto. Por lo demás, no podía haber nacido más que en Porto, de modo que, como en todo, si observamos bien, en la propia única cosa posible está el defecto inevitable. Sin ese defecto, no habría habido causa, ni efecto por tanto.

[...]

Toda la literatura ibérica, y la nuestra no predominantemente, sufre de un provincianismo radical. Extrapertenecemos a Europa, somos una especie de adyacencia civilizada. En Cataluña el fenómeno que describe toda la cultura española tomó incremento especial; de ahí, que más que en Castilla, hayan confinado al genio muchos de sus hombres. Pero, fundamentalmente, lo que sin duda existe es un gran desarrollo de la cultura secundaria. Hay un espléndido periodismo. La influencia de la América Española ha sido grande en esto. En nosotros, ninguna ha sido la influencia de Brasil. Urge, por eso, para que creemos una cultura secundaria idéntica a la de la España, que creemos las condiciones que la crearon. Urge que estrechemos inteligencias con Brasil. Urge que pacifiquemos el medio social y eliminemos la fermentación revolucionaria. Urge que nos organicemos económicamente y salgamos un poco, porque poco sería mucho para nosotros, de nuestro sueño, no de poetas (como dicen los idiotas en las conferencias), sino de indolentes.

Tuvo razón el Sr. António Sérgio cuando insistió en este punto.

Una vez creado un medio culto entre nosotros, se verá de repente ese medio culto tomar un relieve, una importancia excepcional. Es que nosotros realizamos la absurda situación de haber creado ya los dominadores, los influenciadores, las figuras-jefes de ese medio, sin todavía haber creado el medio.

Fernando Pessoa


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