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[El arte del actor]

[texto dactilografiado, 9 de marzo de 1914]


L

a base de la representación es el fingimiento. El arte del actor consiste en servirse del drama del autor para mostrar por medio de él su capacidad de interpretación. La pieza es como una barra donde el actor muestra sus habilidades gimnásticas. Solamente está limitado por las condiciones necesarias de una barra: no puede hacer sobre ella más que un número limitado de cosas, pero las consigue hacer de mil formas individuales.

La representación tiene, en verdad, todo el poder atractivo de la falsificación. Todos adoramos a los falsificadores. Es un sentimiento muy humano y completamente instintivo. Todos adoramos el engaño y los trucos. La representación une e intensifica, por medio del carácter material y vital de sus formas, todos los bajos instintos del instinto artístico: el instinto del enigma, el instinto del trapecio, el instinto de la prostituta. Es popular y apreciado por estas razones, o mejor, por esta razón.

La sed de gloria del artista encarna en la sed de aplauso del actor. Toda aparición ante el público es grosera.

Todas las asambleas son multitudes, sino sudadas en los cuerpos, al menos sudadas en las emociones.

Todos los espíritus ordinarios adoran hablar. Ser hablador es ya de por sí vulgar. Las únicas cosas que vuelven interesantes la verbosidad son la irreverencia y la obscenidad, pues estas cosas quedan entonces "a carácter" con ella. La verbosidad, sin palabrotas y frases groseras es femenina y, por lo tanto, vulgar.

Fernando Pessoa




Nota: el texto original fue escrito por Fernando Pessoa en inglés. La presente traducción al castellano está realizada desde el portugués, para lo cual se consideraron dos traducciones portuguesas, la de António Quadros (Obra em prosa de Fernando Pessoa. Páginas sobre literatura e estética. Organização, Introdução, Notas e Bibliografia Actualizada de António Quadros, Mem Martins:Europa-América, 1986 -Livros de bolso Europa-América, Nº 475-), y la que se ofrece en Fernando Pessoa. Obras em Prosa, Volume único, Ed. Nova Aguilar, Rio de Janeiro, 1998.


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