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El Imperio Espiritual

Notas para el «Manifiesto sobre el Atlantismo»

[tal vez 1913]


Todo Imperio que no se basa en el Imperio Espiritual es una Muerte de pie, un Cadáver mandando.

Sólo puede realizar útilmente el Imperio Espiritual la nación que fuera pequeña, y en la que, por lo tanto, ninguna tentativa de absorción territorial puede nacer, con el crecimiento del ideal nacional, viniendo finalmente a desvirtuar y desviar de su destino espiritual el original imperialismo psíquico. Fue lo que sucedió con Alemania. El pueblo era demasiado grande para poder realizar su destino supremo de imperialista de Espíritu. Lo contrario nos sucedió, a nosotros portugueses, cuando los descubrimientos nos llevaron a intentar realizar un imperialismo de Materia que no teníamos gente para imponer.

Creando una civilización espiritual propia, subyugaremos a todos los pueblos; porque contra las artes y las fuerzas del espíritu no hay resistencia posible, sobre todo cuando están bien organizadas, fortalecidas por almas de generales del Espíritu.

Todo verdadero Imperio no apunta a otro fin sino a dominar por el mero placer de dominar; pareciendo absurdo, tal es, sin embargo, el deseo fundamental de toda verdadera vida, de toda aspiración vital.

Creemos un imperialismo andrógino, reunidor de las cualidades masculinas y femeninas: imperialismo que esté lleno de todas las sutilezas del dominio femenino y de todas las fuerzas y estructuraciones del dominio masculino. Realicemos espiritualmente a Apolo.

No una fusión del cristianismo y del paganismo, como quieren Teixeira de Pascoaes y Guerra Junqueiro; sino un alejamiento del cristianismo, una simple y directa trascendentalización del paganismo, una reconstrucción del espíritu pagano.

Fernando Pessoa


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