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[Tres especies de portugués]

H ay tres especies de Portugal dentro del mismo Portugal; o, si se prefiere, hay tres especies de portugués. Uno comenzó con la nacionalidad: es el portugués típico, que forma el fondo de la nación y de su expansión númerica, trabajando oscura y modestamente en Portugal y por todas partes en todas partes del Mundo. Este portugués se encuentra, desde 1578, divorciado de todos los gobiernos y abandonado por todos. Existe porque existe, y es por eso que la nación existe también.

Otro, es el portugués que no lo es. Comenzó con la invasión mental extranjera, que data, con verdad posible, del tiempo del Marqués de Pombal. Esta invasión se agravó con el Constitucionalismo y se volvió completa con la República. Este portugués (que es el que forma gran parte de las clases medias superiores, cierta parte del pueblo, y casi toda la gente de las clases dirigentes) es el que gobierna el país. Está completamente divorciado del país que gobierna. Es, por su voluntad, parisino y moderno. Contra su voluntad, es estúpido.

Hay un tercer portugués, que comenzó a existir cuando Portugal, en tiempos del Rey D. Dinis, empezó, de Nación, a esbozarse Imperio. Ese portugués hizo los Descubrimientos, creó la civilización transoceánica moderna, y después se fue. Se fue en Alcazarquivir, pero dejó algunos parientes, que han estado siempre, y continúan estando, a su espera. Como el último verdadero Rey de Portugal fue aquel D. Sebastián que cayó en Alcazarquivir, y presumiblemente allí murió, es en el símbolo del regreso del Rey Don Sebastián que los portugueses de la saudade imperial proyectan su fe en que la familia no se haya extinguido.

Estos tres tipos de portugués tienen una mentalidad común, pues son todos portugueses, pero el uso que hacen de esa mentalidad los diferencia entre sí. El portugués, en su fondo psíquico, se define, con razonable aproximación, por tres características: (1) el predominio de la imaginación sobre la inteligencia; (2) el predominio de la emoción sobre la pasión; (3) la adaptabilidad instintiva. Por la primera característica se distingue, por contraste, del griego antiguo, a quien se parece mucho en la rapidez de adaptación y en la consecuente inconstancia y movilidad. Por la segunda característica se distingue, por contraste, del español medio, a quien se parece en la intensidad y tipo de sentimiento. Por la tercera se distingue del alemán medio; se parece a él en la adaptabilidad, pero la del alemán es racional y firme, la del portugués instintiva e inestable.

A cada de uno de estos tipos de portugués corresponde un tipo de literatura.

El portugués del primer tipo es exactamente esto, pues es el portugués normal y típico. El portugués del tipo oficial es la misma cosa con agua; la imaginación continuará predominando sobre la inteligencia, pero no existe; la emoción continúa predominando sobre la pasión, pero no tiene fuerza para predominar sobre cosa alguna; la adaptabilidad se mantiene, pero es puramente superficial: de asimilador, el portugués, en este caso, pasa a ser simplemente mimético.

El portugués del tipo imperial absorbe la inteligencia con la imaginación; la imaginación es tan fuerte que, por así decir, integra la inteligencia a sí, formando una especie de nueva cualidad mental. De ahí los Descubrimientos, que son un empleo intelectual, y hasta práctico, de la imaginación. De ahí la falta de gran literatura en ese tiempo (pues Camões, si bien es grande, no está, en las letras, a la altura en que están en los hechos el Infante D. Henrique y el emperador Afonso de Albuquerque, creadores respectivamente del mundo moderno y del imperialismo moderno (?). Y esta nueva especie de mentalidad influye en las otras dos cualidades mentales del portugués: por influencia de ella la adaptabilidad se vuelve activa, en vez de pasiva, y lo que era habilidad para hacer todo se convierte en habilidad para ser todo.

Fernando Pessoa


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