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[Aplicación del paganismo a la sociedad moderna]

[texto dactilografiado, tal vez 1917]

Antonio Mora


El Regreso de los dioses

¿De qué modo, sin embargo, es que se puede pensar en aplicar el paganismo a la sociedad moderna? Respondamos: ¿Qué razones hay para que no se aplique? Sólo puede haber tres; examinémoslas. La primera es que, por una variedad de causas (económicas, políticas y otras) no haya semejanza entre la sociedad antigua y la moderna, y la fe, y los principios de ella resultantes, que se aplicaban a las sociedades antiguas, no puedan tener aplicación en las sociedades modernas. La segunda es que el cristismo, él y sus atributos, son nuestra tradición; pueden ser decadentes, pueden ser maléficos, pueden ser perjudiciales, pero existen: crearon un estado de espíritu suyo, que se hace incompatible con la aplicación del paganismo. La tercera razón es que (.............).

¿Cuáles son las causas actuantes que pueden ser concebidas como obstáculos al paganismo? Una es el cosmopolitismo creado por la causación económica actual; otra el imperialismo generado por la existencia de colonias, cuando por más no fuese; otra la importancia adquirida por el proletariado en nuestra época. Repárese en que cuidadosamente distinguimos entre los efectos producidos por causación económica natural y directa y los producidos por el cristismo, que ya estudiamos debidamente en el decurso de este opúsculo. Así, una cosa es el cosmopolitismo del espíritu cristiano, manifestado sobre todo por la religión católica, y por el cristismo en general; otra, el cosmopolitismo que proviene del hecho, puramente laico, digamos, de la extensión y multiplicación de relaciones y correlaciones comerciales e industriales de la época presente. Del mismo modo, una cosa es el imperialismo cristista, que le viene (como vimos) de su herencia romana, y otra cosa el imperialismo que deriva de los descubrimientos, de la posesión de colonias, sobre todo de las que no se admite que reciban, en un gobierno autónomo, una preparación para la nacionalidad independiente. E idénticamente, son dos cosas diversas el espíritu igualitario del cristismo, esenio en su origen, decadente romano en su posesión de las almas, y el espíritu igualitario que el régimen de concurrencia creó en nuestra época mercantil.

Por ahora, en el análisis de la objeción extraída de las cualidades naturales de nuestra época, es de las segundas de las citadas condiciones de las que tratamos.

Tenemos, pues, la hipótesis de que el paganismo no pueda ajustarse al cosmopolitismo económico contemporáneo. Pero el paganismo no se ajusta a él: lo corrige dando fuerza a las nacionalidades.


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