[texto dactilografiado, tal vez 1917]
Antonio Mora
El odio entre católicos y protestantes, o entre católicos y masones, o entre cristianos y libres pensadores modernos, todo eso tiene la ferocidad y lo disparatado del odio entre sectas de la misma religión. No acabó nunca la lucha entre sectas crististas que dura desde la aparición del propio cristismo, que, cuando nos surge en la historia, nos surge ya bipartido en las sectas paulina y petrista. El cristismo es esencialmente dividido.
Toda la línea de la evolución del cristismo, que –como vimos- alcanza todos los movimientos, por poco cristianos que parezcan, de la historia moderna, está representada por una serie incoherente de escisiones y sub-escisiones, por un encadenamiento inconexo de enemistades y desinteligencias.
La fatalidad de degeneración que persigue, como una maldición, a los escarnecedores de los Dioses, roe siempre la propia sustancia humana interior al cristismo sobrepuesto, o, tras ya tantos siglos, infelizmente intra-puesto.
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